La memoria histórica del "cinturón
rojo" debería servir para que el 21-D los ciudadanos/as votaran a las
formaciones políticas que están a favor de mantener la unidad y la
solidaridad de los trabajadores/as de todos los pueblos de España
El pasado 13
de enero fui invitado por mis amigos de la Fundació Utopia a la
celebración de un emotivo acto que evocaba, a través de un excelente documental
titulado El cinturón rojo, las movilizaciones de la comarca del
Baix Llobregat durante los últimos años del franquismo. Desde 1970 hasta las
primeras elecciones democráticas de junio del 1977.
El documental
narra con rigor y ritmo ágil las historias de muchos ciudadanos llegados a
Cataluña desde otras tierras de España, historias de solidaridades y
compromisos compartidos. Protagonistas corales que construyeron un tejido
social que reivindicó y conquistó las libertades democráticas. Como en muchos
lugares de España fue el movimiento obrero y la izquierda democrática quienes
lideraron la resistencia antifranquista y ayudaron a conquistar la libertad y
la democracia.
El documental
recoge las movilizaciones de las huelgas generales de la Elsa y Laforsa, así
como la respuesta de los ciudadanos del Baix ante las graves inundaciones de
1971, reivindicando unas infraestructuras de saneamiento que les garantizaran
la seguridad y la mejora de sus condiciones de vida y de trabajo. El 20 de
septiembre de 1971 un fuerte temporal de lluvias anegó gran parte de Cataluña,
provocando el desbordamiento del río Llobregat y causando 14 muertos en la
provincia de Barcelona. Cuentan las crónicas de la época que se perdió la cosecha
del delta, se produjeron graves daños en 450 industrias, muchas viviendas
desaparecieron o fueron devoradas por la furia de las aguas y cerca de 40.000
trabajadores se vieron afectados por el cierre de fabricas, entre ellas la
factoría Seat en la Zona Franca.
A lo largo
del documental se constata que en la lucha por la mejora de las condiciones de
vida, la dignidad y las conquistas sociales, el vector nacional brilló por su
ausencia.
Al hilo de lo
comentado, me permito una reflexión sobre nuestra memoria histórica, no se
trata de reivindicar el pasado desde la frustración, sino como constatación de
lo que somos capaces de construir cuando caminamos juntos.
Culturas
políticas en las antípodas, coinciden hoy en la ocultación y manipulación de
nuestra reciente historia. Una cierta derecha española bien acomodada durante la
dictadura franquista y de escaso talante democrático intenta pasar de
puntillas sobre lo ocurrido y oculta su pasado. Otros como el nacionalismo
catalán, transmutado en independentismo excluyente, utiliza sus poderosos
tentáculos mediáticos para intentar ocultar y minusvalorar el protagonismo
de los trabajadores y de la izquierda democrática en la lucha por la conquista
de las libertades. Unos nuevos invitados se suman a esta manipulación de la
historia, el populismo de izquierdas con su adanismo enfermizo, todo comenzó
con ellos. Interpretar la transición en clave de concesión y traición es
ocultar de forma deliberada los sacrificios de una generación de luchadores.
Toca sin duda recuperar la dignidad de la transición.
Mirando
siempre al futuro, algunas de las enseñanzas que nos deja nuestro pasado
cercano son las complicidades tejidas por las fuerzas democráticas durante
la transición con los sectores reformistas del régimen. En Cataluña, políticos
como Socías Humbert, Sánchez-Terán y
otros ayudaron a hacerla posible. Del acuerdo de las partes y del
encuentro de los diferentes surgió el pacto que permitió la Constitución
del 78 y los años de mayor progreso y bienestar social de toda nuestra larga
historia. Los demagogos de distintas sensibilidades políticas no tienen ningún
derecho a romper dicho pacto.
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