Nota
introductoria.-- La política
de inversiones y la estrategia a definir en el campo de las infraestructuras
del transporte debería ser tema de debate en las próximas elecciones
autonómicas del 21-D
España
necesita un nuevo plan de infraestructuras que de soluciones a las
deficiencias de nuestro sistema de transporte. El plan debe ser un instrumento
de lucha contra el cambio climático, una apuesta decidida por la cohesión
social y la vertebración territorial, debe contar con el máximo consenso
político y socio-económico y estar sometido a seguimiento y control
parlamentario para garantizar su cumplimiento. Es sin duda una buena
oportunidad para recuperar los niveles de inversión del 2010, incentivar la
recuperación económica sostenida y actuar como motor del crecimiento y de lucha
contra la desigualdad.
El plan
debería definir una red de transporte de interés general y disponer de un
modelo ferroviario del que se carece, la radialidad no es un
modelo, es una opción política. La ausencia de este modelo y la existencia de
problemas técnicos derivados de la complejidad de dichas infraestructuras
serían las principales causas de los retrasos en los corredores ferroviarios,
especialmente en el Mediterráneo. Habría que añadir, entre otros, la necesidad
de mejorar la conectividad ferroviaria con Portugal, el inaceptable aislamiento
ferroviario de algunas ciudades andaluzas como Granada y el abandono del
eje Valencia-Zaragoza.
El plan
debería ser una oportunidad para apostar por la digitalización de las
infraestructuras y el transporte, y la aplicación de nuevas tecnologías que
desarrollen vectores estratégicos como la movilidad urbana sostenible y la
gestión inteligente del tráfico. Los usuarios del transporte deben contar
con toda la información disponible durante su itinerario de viaje, mediante la
instalación de sensores en todo tipo de espacios y equipamientos públicos, que
permitan recoger y gestionar una enorme cantidad de información (big data) en
tiempo real y generar la interactuación correspondiente. Es obligada la
referencia a la progresiva implantación de la navegación guiada por satélite a
través de proyectos como el "cielo único" europeo, que en el
horizonte 2020 tiene por objetivo lograr un uso más racional del espacio aéreo
europeo.
Quisiera
dedicar la ultima parte de mi reflexión a la instrumentalización ad
nauseam de las infraestructuras como instrumento de confrontación y de
activación de mecanismos de agravios comparativos. Desde las primeras
manifestaciones convocadas por la plataforma "pel dret a decidir
les nostres infraestructures" en diciembre del 2007, alimentadas
por las declaraciones del ex Molt Honorable Jordi Pujol, comentando
que dichas manifestaciones "tienen mucho que ver con la dignidad",
hasta la asamblea en el IESE, donde empresarios y representantes varios de la
sociedad civil catalana exigieron una gestión autónoma del aeropuerto de
El Prat. Apunto un dato relevante, El Prat, sin gestión autónoma, cerró 2016 con
un récord de tráfico de 44,1 millones de pasajeros, un 34% más que hace
una década.
La propuesta
del presidente Rajoy el pasado 28 de marzo en Barcelona de
comprometer unos 4.200 millones de euros de inversión en infraestructuras, que
compensaran importantes carencias y años de incumplimientos, es sin duda una
mala noticia para la Generalitat secesionista, pues pudiera desactivar a los
sectores menos combativos de su electorado. En su columna
patriótica habitual de La Vanguardia del pasado 29
marzo, Pilar Rahola, la sultana almogávar, valoraba de forma
despectiva el compromiso inversor: "nos ha prometido algunos
milloncejos". La autoexclusión del Govern es un gravísimo error que
conduce a la no participación en la toma de decisiones, en las comisiones de seguimiento
y control que permitan abordar de forma conjunta las acciones necesarias para
corregir nuestros déficits de infraestructuras.
Sin duda, las
infraestructuras se han convertido en un instrumento de confrontación,
alimentado por el Gobierno del PP con su dejadez e inoperancia
política-administrativa y utilizado por el Govern como reactivo y catalizador
de su "hoja de ruta" hacia el vacío y el viaje intergaláctico.
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